Reportagem no jornal La Nación
Domingo 16 de Julio de 2006
Se promueve en algunas iglesias
Teodanza, un nuevo modo de acercarse a Dios
Busca asociar el cuerpo a las prácticas de espiritualidad
No es un espectáculo. Los que danzan no son bailarines profesionales ni buscan entretener, divertir o gustar a quienes los miran. Es una forma de rezar, conocida como danza litúrgica o teodanza, que con los ejercicios de relajación y respiración son recursos a los que los creyentes recurren cada vez con mayor frecuencia.
También los católicos porteños que, dicen, buscan “reconciliarse con el cuerpo” después de tantos siglos de haber rechazado los sentidos como instrumentos para la oración. Si bien no está incluido en el rito latino de las celebraciones litúrgicas, la Iglesia no desestima este recurso como una posibilidad más de “acercarse a lo invisible a través de lo sensible, a lo espiritual a través de lo material”.
Los participantes de estos talleres leen pasajes de la Biblia, reflexionan y expresan el fruto de su meditación por medio de movimientos que siguen una determinada música.
“Es oración profunda, teología encarnada”, explica a LA NACION María Bestani, quien acuñó el término “teodanza” para aplicar la metodología que un sacerdote jesuita le enseñó en los Estados Unidos durante un máster de Pastoral. Bestani dirige talleres de teodanza en el Centro de Espiritualidad Santa Catalina, en pleno microcentro porteño, donde también se ofrecen talleres de artes visuales y música como parte del programa Espiritualidad y las Artes.
“Esto no es una experiencia cultural, sino una aplicación espiritual de las formas artísticas", aclaró Bestani, y agregó: "Generalmente, nuestra religiosidad queda en la cabeza; con la danza, en cambio, salen todas las emociones. Es un proceso de sanación y aceptación de uno mismo".
Además de estudiarse en algunas universidades de EE.UU., esta modalidad se aprende en monasterios como el de las religiosas trinitarias de Cantabria, en España, y se practica en Colombia e Italia, entre otros países.
En la Argentina, la danza no llegó aún a las parroquias a nivel general. Es un recurso usado por católicos del Movimiento de Renovación Carismática y otros que siguen una espiritualidad más personalizada.
Y hay quienes se escandalizan un poco cuando se enteran de su existencia. Así lo contó a LA NACION Katja Löhner, que participa del taller del Centro Catalina desde hace cuatro años. Para ella, el asombro que produce esta modalidad de oración está fundado en la gran disociación que existe aquí entre cuerpo y alma.
Löhner considera que, a diferencia de las formas tradicionales de rezar, que considera pasivas, porque repiten un esquema prefijado, esto integra el espíritu, el cuerpo y la mente. "Participar de la clase de teodanza es muy enriquecedor, pero bailar frente al santísimo es otra cosa. No es algo que se ensaye previamente, es un movimiento espontáneo que provoca el soplo del Espíritu Santo", agrega.
"La danza litúrgica es un camino de ayuda para recuperar la percepción que se ha perdido con los años; despertar primero los sentidos corporales que se hacen puerta para despertar luego los sentidos espirituales", dijo a LA NACION Inés Ordóñez de Lanús, fundadora y directora del Centro de Espiritualidad Santa María, en Palermo. Ella creó también, en 1993, el servicio de acompañamiento espiritual para quienes se acercan buscando ayuda, que generalmente están atravesando una crisis. Hoy son 191 los laicos que escuchan, aconsejan y enseñan a rezar a otros laicos.
Para todos los gustos
"La Iglesia tiene 2000 años y corrientes de espiritualidad para todos los gustos; cada personalidad encuentra su lugar", dijo Inés Braun, religiosa de la congregación Franciscanas Misioneras de María.
Hermana del padre Rafael Braun, rector de la iglesia Santa Catalina y ex director de la revista Criterio, Inés dirige el grupo Francisco y Clara que ofrece acompañamiento espiritual en la iglesia conducida por su hermano y dicta talleres de sanación en las parroquias donde se lo solicitan desde que volvió a la Argentina, hace tres años, después de vivir en diferentes países del sudeste asiático y Europa durante 47 años. Asisten a sus talleres unas 250 personas, y ya tiene programados cursos hasta fin de año.
"Para las misioneras, la teodanza no es novedad porque en Africa o la India todo es danza", dijo Braun, quien recomienda hacer estos talleres. "Sobre todo a los jóvenes o a quienes han vivido experiencias de violencia familiar o sufren carencias afectivas", dijo la religiosa, que aplica en sus encuentros el tradicional método de una disertación seguida de un diálogo.
La danza litúrgica es diferente de la gimnasia yoga, de la que también muchos católicos se valen desde hace tres décadas. "La meditación cristiana es un diálogo con Dios y su hijo hecho hombre, y no un alejarse de todo y meterse dentro de uno mismo, donde lo único que se encuentra es vacío, como proponen las técnicas orientales", dijo Braun.
Tampoco es lo mismo que la biodanza. Lo aclara otra religiosa, la hermana Ana María Romero, instructora de talleres de biodanza en Congreso, Moreno y González Catán. "Uso la técnica de la biodanza no como oración sino como sistema integrador de la persona, como posibilidad de religarla con lo sagrado", explicó Romero a la consulta de LA NACION.
Posición de la Iglesia
"La danza no está incorporada a las misas en el rito latino, pero sí en países de Africa o Asia", dijo a LA NACION el padre Ariel Torrado Mosconi, secretario ejecutivo de la Comisión para la Liturgia del Episcopado argentino y párroco de San Isidro Labrador. Según Torrado, hay que diferenciar la oración personal o grupal de la oración litúrgica, es decir, la aplicada en celebraciones oficiales de la Iglesia.
"Sin duda, estos intentos de expresar la realidad espiritual a través de la danza pueden ser sumamente lícitos para rezar fuera de las celebraciones litúrgicas", dijo, y agregó: "La introducción de una nueva modalidad supone la aprobación de la Iglesia, que es muy cuidadosa, porque su liturgia es maestra de oración para el hombre".
Según explicó el sacerdote, las conferencias episcopales deben pedir a la Santa Sede la autorización para incorporar cambios en la liturgia.
Torrado destacó: "Generalmente se desconoce la valoración que la Iglesia hace del cuerpo", y añadió que estas expresiones tienen sus raíces en textos bíblicos tales como éste: "David y toda la casa de Israel bailaba delante de Yahvé con toda su fuerza" (2, Samuel 6,5).
"La corporeidad es una dimensión constitutiva de la persona humana; por lo tanto, el expresarse corporalmente siempre fue muy valorado por la liturgia", dijo el sacerdote, y ejemplificó con los gestos que, en los rituales de los sacramentos, apelan a los sentidos (agua, fuego, incienso, vino y otros). "Hay un acercamiento del hombre a través de lo sensible a lo invisible, de lo material a lo espiritual", dijo.
Por Silvina Premat De la Redacción de LA NACION
Link: http://www.lanacion.com.ar/823765
segunda-feira, agosto 21, 2006
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